Nosotros ♡

martes, 19 de abril de 2022

10 g de dolor

 Caminando bajo las frías tinieblas, sobre el antiguo pavimento que me dirigen a un solo destino, descubrí que un pequeño ardor de mis pies a  mi cabeza recorría. No quería recodar nada de lo que paso la noche anterior, solo quería llegar al final. Al transcurso de la frívola tarde, toque el timbre de las puertas negras, se abrieron y tras sentir ese aroma de tabaco y perdición supe que había llegado para dejar de sentir el dolor que estaba al colapso de mi corazón.

Tras entrar y sentir el colchón con resortes pensé solo en echarme y apasiguar mi respiración. Entre risas, silencios, melodías, seriedad se involucra el alcohol para emanar la serotonina en el ambiente. Mi dolor comenzaba a desaparecer, el nudo en el estómago comenzaba a soltarse y las ganas de tirarme al piso para llorar quedaban en el recuerdo de aquella tarde frívola. Pensé que todo había desaparecido, hasta que llegó la medianoche y la serotonina comenzaba a desaparecer por el vencimiento del sueño y de pronto siento el sabor amargo pasar por mi garganta y automáticamente todo comienza a tener más color, a elevar mi seguridad interna y resistir más a aquella noche. Comienzo a sentirme poderosa, el moustro había ganado esa batalla de luz que en mi siempre veía. Llegó el crepúsculo y supe que había perdido, que ese dolor interno se había solo convertido en masoquismo para elevar mi autodestrucción personal.

Ahora pasando días, escribo con el fin de la conciencia que nada había cambiado, que en el peor momento aquel moustro vuelve y se hace más fuerte, más poderoso, más sabio y sobre todo más difícil de combatir con la luz que solía trasmitir en tierra consciente.

La luz desaparece con el paso del tiempo, el oxígeno comienza a escacerse y la paredes del tunel pasan de ser frías a heladas.


Una mente esquizofrenia

Hundida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario